Berrea del ciervo en la Montaña de Palencia

Embalse de Ruesga desde el Parador de Cervera
photo_camera Embalse de Ruesga desde el Parador de Cervera

Hasta mediados de octubre tienes la oportunidad de asistir a uno de los espectáculos más cautivadores que nos ofrece la naturaleza en otoño: la berrea.

Cuando el vehículo todoterreno del guía se detiene para recogernos a la puerta del hotel, el cielo apenas comienza a iluminarse en el horizonte. El sonido del punto muerto del motor es como un suave ronroneo en el silencio de la fría mañana de octubre, aquí en Cervera de Pisuerga, puerta de entrada al Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre.

 


En la todavía noche del asfalto, las montañas dibujan un horizonte de perfiles hoscos que se gradúa en una creciente escala de grises. Vamos sumando curvas e instrucciones para garantizar una berrea satisfactoria. Abajo, sobre las aguas del embalse de Ruesga, la evaporación matinal bosqueja un paisaje todavía más inquietante, con el vapor deshilachándose en jirones desde la superficie oscura. 
 
Circulamos por la P-210, que une las localidades de Cervera de Pisuerga con Guardo. El vehículo deja atrás Ventanilla y Santibáñez de Resoba. Sólo el humo de alguna chimenea, reptando con su panza por encima de las tejas anaranjadas, delata algo de vida entre las callejas desiertas de ambos caseríos. Los vigilantes del Parque Natural, con los que ayer habló Chechu (guía y gerente de la empresa Aventuras & Aventuras, veinte años de experiencia en la comarca), le han sugerido que el mejor lugar para observar a los ciervos podría situarse en la pista que parte desde el Alto de la Nava y se interna, a través de la Sierra del Brezo, hacia el valle de Miranda. 
 
A la izquierda, en un collado que salva el todoterreno sin dificultad, queda el aparcamiento donde comienza la Senda del Gigante Dormido de Valle Estrecho. Y un puñado de curvas más adelante, el del Alto de la Nava. Nuestro destino. Dejamos atrás la carretera y enfilamos por la pista de tierra que coincide con un tramo de la “Ruta turística de bicicleta de montaña por las Cuencas Mineras de Castilla y León”, entre Cervera y Triollo. Para transitar por aquí con un vehículo a motor hay que tener todos los permisos en regla.
 
Comienza la aventura. El trazado es muy exigente: asciende entre piedras sueltas y curvas, superando algunas manchas de bosque junto al que se camuflan, con sus telescopios y prismáticos, los más madrugadores. La pista rompe, al rato, el velo de la cresta montañosa. Chechu detiene el todoterreno justo antes de coronarla. Instrucciones: hay que intentar hablar lo menos posible y casi susurrando, abrir y cerrar las puertas con cuidado, usar ropa de colores oscuros, caminar con sigilo y bien pegados a la umbría…
 
Un viento helado barre el valle. A lo lejos, iluminado como una pantalla recién encendida, la mole caliza del pico Curavacas emergiendo sobre la quietud líquida del embalse de Camporredondo. Caseríos aislados en la distancia. Pronto el eco trae a nuestros oídos los berridos de los machos de ciervo camuflados en la ladera opuesta. El guía afila su vista y nos señala varios puntos negros que se mueven sobre una loma. Los prismáticos desvelan la presencia de un macho joven seguido de varias hembras. Tres o cuatro. Comentarios de admiración.
 
Chechu comenta que este año la falta de lluvias en la Montaña palentina ha retrasado la berrea: en una semana los machos habrán peleado entre sí y los más fuertes dirigirán un grupo de unas diez hembras con las que aparearse. Durante la época de berrea los ejemplares de machos adultos apenas se alimentan y algunos incluso mueren por el esfuerzo. 
 
Aguantamos parapetados tras los brezos, ateridos por el frío de la mañana mientras el sol se alza y va conquistando el universo circundante de la roca caliza. Con paciencia nuestros ojos se acostumbran al abrupto terreno y la vista se agudiza: gracias a la ayuda de telescopios y prismáticos vamos descubriendo la incesante actividad que despliegan los ciervos, hasta hace poco invisibles para nuestra poca pericia. 
 
En los tiempos muertos el guía comenta peculiaridades de la berrea y de los accidentes del paisaje que nos rodea: la cuenca de los ríos Carrión y Pisuerga, los límites noroccidentales del parque, en Picos de Europa, la crestería de la Sierra de Peña Labra, con la Liébana cántabra. La silueta del Gigante Dormido, en Valle Estrecho. Casi sin darnos cuenta han transcurrido tres horas cuando comenzamos a recoger el equipo y regresamos, descorriendo la pista polvorienta, hacia la carretera y nuestro refugio en Cervera de Pisuerga.
 

Más información:

Diputación de Palencia
Patronato de Turismo de Palencia
Mayor, 31 (Palencia)
Tel. 979 706 523
e-mail: [email protected]

Aventuras & Aventuras
Jorge Manrique, 6
Barruelo de Santullán (Palencia)
Tel. 902 199 404

Precio de la actividad:
Vehículo de 6 plazas/150 € (el precio incluye el guía, desplazamientos y equipos para la observación de los ciervos).

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