Siguiendo el cauce del Duratón: de Sepúlveda a Peñafiel

Mirador de San Frutos - Villaseca
photo_camera Mirador de San Frutos - Villaseca

Entre las altas cumbres del Guadarrama y la depresión del Duero se extiende un recóndito territorio surcado por el río Duratón. Fortalezas medievales, pueblos con mucho sabor y parajes naturales privilegiados empujan al viajero entre Sepúlveda y Peñafiel. Un recorrido por el corazón de Castilla.

Entre las altas cumbres del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama y la depresión que cincela el Duero en el páramo castellano se extiende un recóndito territorio de paisajes ásperos e inviernos severos. Lo recorre, de sur a norte, uno de los ríos tributarios del gran padre ibérico con más reputación entre senderistas y piragüistas: el Duratón.

El río nace madrileño, por Somosierra, y acude a su desembocadura en el Duero junto a la localidad vallisoletana de Peñafiel. Sus abismales cañones, con veintisiete kilómetros de longitud, conforman uno de los paisajes más característicos y visitados de toda Segovia. Y en 2014 se han cumplido los veinticinco años de la creación del Parque Natural de las Hoces del Duratón.

Fuentidueña - Río DuratónLo mejor es acercarse a la Casa del Parque, abierta en la antigua iglesia de Santiago, en Sepúlveda. En ella facilitan la información necesaria para recorrer las cinco sendas autorizadas dentro del espacio natural (entre enero y julio hay que solicitar un permiso para poder transitar por las zonas de reserva, entre ellas, las del entorno de San Frutos y las sendas Larga y de Molinilla). Luego, si quieres dar un paseo guiado por Sepúlveda infórmate en su Oficina de Turismo (Tel. 921 54 04 25). O disfruta de los rayos de sol en alguna de las típicas terrazas de la Plaza Mayor, frente al castillo que edificara el primer conde independiente de Castilla, Fernán González, hace casi mil años.

Un desvío a Cantalejo. En la vecina Cantalejo puedes visitar el Museo del Trillo (tel. 921 52 00 21 debes de consultar previamente su horario de apertura), utensilio cuya fabricación fue una de las actividades tradicionales en la comarca durante los dos primeros tercios del pasado siglo. También podrías acercarte hasta sus lagunas esteparias, ubicadas en el camino hacia Lastras de Cuellar, una vez pasada la ermita de Ntra. Sra. del Pinar. Si te interesa el turismo ornitológico, estás de enhorabuena ya que podrás avistar numerosas aves acuáticas que invernan en estos humedales.

Los pinares que jalonan la carretera en dirección a Fuenterrebollo y Navalilla marcan la dirección a seguir: el destino es, primero, Burgomillodo. Aquí se sitúa la cabecera de una de las dos presas que regulan el caudal del Duratón en su tramo medio. Esta pedanía es, además, el punto de acceso a la margen izquierda de las Hoces del Duratón: un paseo a pie que te llevará frente al priorato de San Frutos del Duratón, templo que junto con el convento de la Hoz conforman los dos grandes atractivos monumentales dentro del espacio natural.

Hasta San Frutos se llega también por la pista de tierra que parte junto a la iglesia de Villaseca. Un trayecto de apenas cinco kilómetros hasta alcanzar el área de aparcamiento en coche y, después, un descenso a pie hasta los restos del cenobio, los miradores sobre las hoces y el diminuto cementerio ubicado junto a las antiguas tumbas de los santos. Un lugar mágico y especial.

Aunque tal vez la manera más espectacular de conocer el cañón sea hacerlo en piragua cuando hay nivel de agua suficiente. Dos empresas, NaturalturHoces del Duratón, ambas con base en Sebúlcor, organizan los recorridos por el río.

Románico y lechazo. Seguimos el cauce del Duratón hasta la siguiente parada del itinerario, en San Miguel de Bernuy. Lo mejor es que sigas la carretera comarcal que casi bordea la ribera del Duratón pasando por Carrascal del Río y Cobos de Fuentidueña. Acércate hasta el puente por el que, cuentan, cruzó en su día Isabel la Católica. Aquí, a los pies de su iglesia parroquial, nacen las hoces septentrionales del Duratón, con una longitud de dos kilómetros y, también, el embalse de Las Vencías.  Hay una ruta señalizada que permite llegar a pie hasta Fuentidueña dejando atrás las ruinas de los San Pedros y los San Martines, lugar donde se ubicaría –según la tradición popular- el primitivo núcleo de Bernuy.

Contacta con la Oficina de Turismo de Fuentidueña (tel. 921 53 34 64) y reserva una plaza para las visitas guiadas que se hacen por el casco histórico de esta villa, incluida su iglesia de San Miguel, de factura románica. Y si luego quieres disfrutar de los placeres de la mesa llega hasta Sacramenia: aquí hay una larga tradición en el asado de lechazo churro en horno de leña y son varias las carnicerías que han ampliado el negocio abriendo mesón. Una de ellas, la de Los Hermanos González (tel. 921 52 70 18). Escápate hasta el Coto de San Bernardo, lugar de desposorios de algunos personajes de la prensa del corazón como el conde Lequio, y continúa hacia el punto y final del recorrido, ya en la provincia de Valladolid y en el corazón de la comarca vinícola de la Ribera del Duero.

Peñafiel y sus arrabales, crecidos junto al verdeante cauce del Duratón, requieren un buen paseo a pie. No te puedes perder la Plaza del Coso, con sus balcones adintelados y su estructura rectangular. Desde el medievo aquí se han realizado espectáculos taurinos y en ella encontrarás, además, el Aula de Arqueología de la Ciudad de Pintia (tel. 983 88 15 26), un espacio didáctico donde se recrea la vida en el yacimiento situado a caballo entre los términos municipales de Peñafiel y Pesquera de Duero, a unos 4 km.

Visita el ábside mudéjar del monasterio de San Pablo, con la capilla funeraria de la familia del Infante don Juan Manuel, y el Museo de Arte Sacro situado en la iglesia de Santa María (Plaza de España, s/n). Aprovecha para tapear en algunos de los bares de su casco antiguo y concluye el recorrido en el Museo Provincial del Vino. Ubicado en el castillo de Peñafiel, mandado levantar por el infante Don Juan Manuel en el siglo XIV, se sitúa sobre un arrecife pétreo que corona el pueblo. Las panorámicas de Peñafiel desde la torre del homenaje son espectaculares.

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