Calblanque: la magia existe junto al Mar Menor

Playa del Negrete
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Al sur del Mar Menor, entre Cala Reona y la bahía de Portmán, se extiende el Parque Regional de Calblanque.

Son casi 14 los kilómetros de una costa prácticamente inaccesible los que la Sierra Minera le deja al litoral de los municipios de Cartagena y La Unión. Entre los aires decadentes de casas bajas que se arraciman en torno al puerto del Cabo de Palos, al este, y las ruinas del antiguo cuartel paracaidista que todavía parecen montar guardia junto al maltrecho faro de Portmán, se extienden las apenas 2.500 hectáreas del Parque Regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Peña del Águila, uno de los pocos y más bellos reductos naturales que le quedan a la Región de Murcia a día de hoy. Al parque se accede fácilmente tomando el desvío a Calblanque que parte de la autovía MU-312, pasado Los Belones.

Hay un Centro de Recepción de Visitantes en Cobaticas: aquí facilitan un mapa del Parque y un tríptico con alguna información sobre el espacio físico, su fauna y su flora. Si se quiere tener una información más precisa sobre la génesis de este parque, y su interrelación con el pasado minero de la comarca, lo mejor es visitar el Centro de Interpretación Minero-Ambiental Mina Las Matildes (tel. 628 07 34 82). La razón es bien sencilla: buena parte de los terrenos que hoy integran el territorio del Parque Regional pertenecen (o han pertenecido) a la empresa que ha dirigido la explotación de los recursos minerales en la Sierra Minera durante decenios. La misma que intentó modificar recientemente los límites del mismo para urbanizar el entorno de la bahía de Portmán. Portmán, bahía y faro

Desde Las Matildes se organiza un servicio de itinerarios guiados por la zona: son recorridos de medio día o de un día completo donde se visitan algunos de los lugares más emblemáticos como son la Bahía de Portmán y el Cabezo Rajao. Lo paradójico es que no hay senderos balizados dentro del Parque: desde la misma carretera MU-314, a espaldas del complejo de La Manga Club parte el que asciende hasta el Monte de las Cenizas, desde el que se obtiene una impresionante panorámica del litoral. Muy cerca discurre uno de los tramos mejor conservados de la calzada romana que unía Portmán, por el Barranco del Moro, con Cartagena y la Vía Augusta. Hoy acompaña al recorrido de la carretera un carril bici entre cárcavas de color morado y pinos de repoblación.

Aunque la zona que más visitantes atraiga sea, sin duda, la sucesión de playas de aguas transparente que se tiende entre la Punta del Hacho y Punta Espada, una vez salvadas las salinas del Rasall. Desde Cobaticas se descorre la pista de tierra que lleva hasta el aparcamiento cubierto de la playa de Las Cañas. Una opción es dejar aquí el coche y, descendiendo por las pasarelas de madera que salvan las dunas fósiles, alcanzar la orilla del Mediterráneo. La otra es continuar hacia el oeste: a unos cinco minutos se encuentra el área de aparcamiento de Playa Negrete. Desde aquí sale un sendero que asciende hasta el Cabezo de la Fuente y, también, varias pasarelas que llevan al mar. En el trayecto se encuentran algunos de los endemismos vegetales del Parque como la sabina mora o Araar, una planta única en el continente europeo que proviene de la Era Terciaria. La Playa Larga limita con la Punta Negrete, un arrecife de rocas y espumas transparentes tras el que se accede a uno de los arenales preferidos por los naturistas, la Cala del Reventón y la Punta del Hacho. Allí donde el Mediterráneo conserva todo su poder de fascinación.

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