Opinión

Maneras de viajar sin parecer tonto / Por Pepo Paz

De un tiempo a esta parte se ha puesto de moda el menudeo en el periodismo de viajes: el elogio de la brevedad no deja de ser una trituradora de experiencias vitales. No hay medio, en papel o en línea, que se escape a esta moda donde el viajero es un mero consumidor de fugaces instantáneas. De las diez mejores tortillas a los diez atardeceres imprescindibles. Llegó el diluvio.
De los tiempos en que era un chaval y acompañaba a mi madre al mercado del barrio para hacer la compra diaria, se me quedó grabado aquello de "póngame cuarto y mitad". Era una lista de la compra exigua donde se consumía para salvar el mes, cuadrar las cuentas, estirar la nómina. Hacer economía de guerra.


De aquello hace ya mucho, pero la vida son ciclos y andamos metidos, de nuevo, en la supervivencia. Y de un tiempo a esta parte se ha puesto de moda el menudeo en el periodismo de viajes: el elogio de la brevedad no deja de ser una trituradora de experiencias vitales. No hay medio, en papel u online, que se escape a esta moda donde el viajero es un mero consumidor de fugaces instantáneas. De las diez mejores tortillas a los diez atardeceres imprescindibles. Parecen querernos decir: no te preocupes, no descubras nada: tú sólo consume. Compra, paga, instagramanea, dormita.






El panorama resulta, por tanto, desolador: propongo un sencillo ejercicio de búsqueda en Google. Tecleo "el viajero el pais 10 playas". Respuesta: 10 playas de invierno, 10 playas traslúcidas, 10 playas para alucinar, 10 playas para junio, 10 playas guapas del norte, 10 playas para primavera, las 10 mejores playas nudistas, 50 playas irresistibles, las playas más raras del mundo, playas con "intimidad garantizada", etc, etc.





Busco, por curiosidad, en la pestaña de "Viajes" del Jacintonpos (Huffintong Post): no menos insulso… Juzgad vosotros, lectores: titular "20 ciudades del mundo vistas desde arriba"; lo más visto: "20 razones por las que damos envidia a los extranjeros", "Los 9 lugares mejores del mundo para comer carne", "7 increíbles rincones de película… en España", "10 lugares maravillosos a los que (casi nunca) podrás ir"…




 
Me cambio a ABC Viajar: glubs, la epidemia persiste. Leemos en portada, ordenados de arriba hacia abajo, "Los diez hoteles españoles españoles preferidos por los internautas", "Diez viajes imprescindibles para hacer en 2014", "Así son los cinco hoteles españoles elegidos entre los mejores del mundo", "Diez tiendas inolvidables para fans del chocolate", etc.

 
La cosa no mejora en la web de viajes de El Mundo: "30 planazos para celebrar San Valentín". Y tampoco en los blogs de los popes de la cosa: escribe Paco Nadal en el suyo recomendaciones como "Los 10 mejores atardeceres de España", "Diez excursiones por España imprescindibles para 2014", "12 cosas que me gustaron de la Sudáfrica de Nelson Mandela", etc, etc. No quiero ahondar en la llaga.




 
Me gusta viajar con los cinco sentidos, extender el mapa de carreteras antes de salir para planificar el itinerario a seguir, hacer desvíos sobre la marcha, mirar con sorpresa el paisaje, charlar con los paisanos. Me apetece, sobre todo, equivocarme. Degustar las tortillas al azar, tropezarme dos veces en la misma piedra, hacer camino al andar y alcanzar el cenit en cualquier ocaso, con el viento soplando en mis mejillas. Cualquier playa desconocida es un descubrimiento personal. Cualquier horizonte, un reto viajero.


Adoro, en suma, el periodismo de viajes que respeta al lector. El que lo considera un interlocutor inteligente con el que compartir vivencias, fotografías, instantes. Y me aburre la banalización. Muchísimo.