Cuevas bioclimáticas en La Alcarria (Guadalajara)

Exterior cueva bioclimática Hotel Rural Las Nubes
photo_camera Exterior cueva bioclimática Hotel Rural Las Nubes

Otro mundo es posible, también en el turismo rural: Carlos y Sol, propietarios del hotel rural Las Nubes, optaron por invertir en desarrollo sostenible al ampliar su negocio. El resultado son estas cuevas bioclimáticas pensadas para escapadas románticas en los Montes de Albalate, corazón de la Alcarria que se pateara Camilo José Cela.

Albalate de Zorita se encuentra a unos 56 kilómetros de la capital alcarreña, plantada junto al río Tajo y en medio de esos terrenos encrespados por donde Guadalajara corre a encontrarse, hacia el oeste, con su vecina conquense. A dos pasos de Albalate quedan muchos de los pueblos que hace décadas recorriera a pie un Camilo José Cela joven y ávido de historias y gentes. Historias y gentes de la vieja Castilla rural que conservan, aún hoy, mucho del encanto de antaño y que parecen apostarse, a la espera del viajero, en el camino de la renovada carretera que conduce hacia el embalse de Buendía: Horche, Tendilla y la monumental Pastrana
 
Para llegar al recóndito mirador sobre el que se alza el hotel rural Las Nubes hay que tomar un desvío frente a la iglesia parroquial de Albalate que conduce, durante cinco angostos kilómetros asfaltados, hasta la ermita de Carabias y, después, por otros cinco de pista de tierra hasta la finca de más de 260 hectáreas que envuelve al establecimiento. Un viaje que invita a la paciencia y a la recompensa.
 
Al anterior propietario de la finca le apodaban “El Ruso”. Aunque era de Teruel: se trataba de un hombre de negocios que había triunfado en los mercados rusos con su exportaciones pero al que la crisis del rublo dejó, de la noche a la mañana, en la ruina. Las fiestas que aquí se celebraban tienen fama de legendarias. Como legendaria fue la visita que hizo aquí el hermético ex-presidente ruso Boris Yeltsin, huesped por una noche. 
 
El caso es que la aislada dacha de los montes alcarreños llegó a manos de Carlos Sánchez y Sol Negrillo un poco por casualidad hace una decena de años. Por esa misma casualidad que en un día de vinos con los amigos, en una centenaria bodega subterránea del Pozo de Almoguera, pensaron que la mejor manera de ampliar la capacidad del establecimiento, y minimizar el impacto medioambiental y energético en su finca, podría ser la de construir unos alojamientos que bebiesen de la misma filosofía que las cuevas donde antaño habitaban nuestros bisabuelos. Hacer estancias bioclimáticas, es decir, tomar ventaja de su ubicación y de los materiales disponibles en el entorno para luego calentar o enfriar el interior mediante la optimización del flujo de aire. Un simple principio que garantiza la reducción del consumo de energía (no sólo en temperatura sino también en luz y humedad).
 
Dicho pero no hecho. La contratación de un estudio de arquitectura especializado en construcciones bioclimáticas, la lenta obtención de los permisos necesarios para construir en un espacio con altos niveles de protección y, por último, los problemas derivados de uno de los males endémicos de nuestro país (la piratería de algunos constructores), pusieron en jaque al proyecto y su financiación. Pero, felizmente, la primavera pasada las doce cuevas abrieron al público. Y con éxito.
 
La idea, para garantizar el ahorro en el consumo energético, es mantener una temperatura interior estable durante todas las estaciones del año (en torno a 20º C). Técnicamente el asunto se consigue construyendo bajo cada una de las cuevas un sótano, que acoge una masa de aire y, en la parte superior, un respiradero. La geotermia hace el resto. Se calcula que el ahorro energético es de un 60 y un 70 por ciento frente a un sistema convencional de climatización. Con todo, la cueva cuenta con sistemas complementarios de climatización, equipos solares para calentar el agua y de un sistema de drenaje en fosas donde se recogen y reciclan para el riego las aguas grises.
 
Rodeado por el silencio del monte y sentado en una de las terrazas privadas con las que cuenta cada cueva, con la Vega del Marqués a los pies convertida en un mosaico de tierras de labor, minúsculos viñedos y campos pespunteados por olivos centenarios que atraviesa la mansa frontera azul del un río Tajo que embalsa sus aguas unos kilómetros al oeste, en el salto de Almoguera, el cliente confirma sus sospechas de que, sin levantar los pies del suelo se puede estar en las nubes. Aquí, en Albalate de Zorita, en la Alcarria de Guadalajara.
 

Las Nubes
Camino de Cabanillas, s/n (19117 Albalate de Zorita, Guadalajara)
Tel.  630 11 93 43
5 habitaciones dobles, 1 suite y 12 cuevas bioclimáticas
 

Confort: Notable
Diseño/Decoración: Bien
Servicio: Notable
Extras: Notable
Desayuno/Room Service: Notable
Calificación Global: Notable

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