Vuelven las Jornadas del Lechazo Asado a la capital de la Ribera del Duero burgalesa

Mesón de la Villa Aranda de Duero
photo_camera Mesón de la Villa Aranda de Duero

Durante todo el mes de junio los amantes del lechazo asado tienen una cita inexcusable en Aranda de Duero: diez asadores de la capital de la Ribera burgalesa han puesto en marcha la XIII edición de las Jornadas del Lechazo Asado. Un menú de 37 € es la excusa para acercarse hasta la histórica villa, recorrer sus bodegas subterráneas, tapear en alguna de las terrazas de su Plaza Mayor y, sobre todo, disfrutar de la buena mesa y del vino de la Denominación de Origen Ribera del Duero. No te lo pierdas.

Bien dorado, crujiente y jugoso: una de las piezas más apetecibles del asado arandino es la "tajada del pastor", una parte exigua del lechazo de oveja churra, a saber, con unas catorce semanas de vida, criado en los páramos de la comarca, alimentado con tomillo y otras aromáticas, y que se prepara en horno de barro con los ingredientes más elementales del universo culinario: sal, manteca, agua con limón y fuego. Dos horas de horneado al calor de la leña y estará listo para ser deshuesado por el maestro asador sobre una fuente y correr por las mesas, de plato en plato, para regocijo del personal. Eso sí, bien regado por los caldos de la Denominación de Origen Ribera del Duero, de la que Aranda de Duero es la capital en su vertiente burgalesa, y acompañado por la típica torta de aceite, un pan redondo y sin miga de la tierra.Lechazo asado

Y el mejor laboratorio de prueba son los comedores de los diez asadores arandinos que acuden, por duodécima vez, a la cita de las Jornadas Gastronómicas del Lechazo Asado que organiza durante todo el mes de junio la Asociación de Hostelería de Aranda de Duero y la Ribera (ASOHAR), la Indicación Geográfica Protegida del Lechazo de Castilla y León, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero y el ayuntamiento. Su propuesta aúna tradición, sencillez, contundencia y un menú ajustado a los tiempos que corren (37 €, cuatro o cinco entrantes, el plato principal, postre y bebida).

De bodegas y museos. Centro logístico y comercial de primer orden, Aranda domina la campiña burgalesa del Duero entre alamedas, viñedos, autovías y polígonos industriales. Con todo, queda aún espacio para la vida sosegada en el barrio de Aquendeduero, el que se ciñe al trazado amurallado de la vieja urbe medieval y acoge viejos y nuevos edificios, palacios, fachadas apuntaladas, plazas con sabor milenario y mastodónticos centros culturales de última hornada, centenarias bodegas subterráneas y bulliciosas tabernas.

De la antaño puntera actividad comercial es vivo testigo la Plaza Mayor: soportalada, como mandan los cánones en la vieja Castilla. Asimétrica y alargada, en uno de sus extremos se sitúa la actual casa consistorial (sobre un edificio que se asoma al verdeante Duero) y el quiosco de la música; en el opuesto, la Oficina de Turismo (tel. 947 51 04 76) y CIAVIN, el Centro de Interpretación de la Arquitectura Asociada al Vino, punto de partida de las excursiones a la Aranda de las catacumbas vinateras, esas bodegas que con siete kilómetros de galerías accesibles horadan el subsuelo de la villa. Cuenta el guía municipal, Alberto, que a mediados del siglo XVI -momento de máximo esplendor de la producción vinícola local- había unas 300 bodegas subterráneas en Aranda. Hoy quedan en pie 135, fruto de la crisis de la filoxera y de la evolución del sector y de la ciudad a pie de calle: muchas se cegaron a medida que se iba construyendo la nueva cara de la antigua villa. Las otras, las que aguantan el empuje de los siglos y de las peñas festivas, se pueden visitar (lo mejor es concertar en la misma Oficina de Turismo).

Un recorrido por la historia. El paseo intramuros en Aranda es corto y tranquilo. Y va de las barandas del Duero al puente medieval sobre el Bañuelos, su afluente. La iglesia-fortaleza de San Juan Bautista, del siglo XIV, acoge un Museo de Arte Sacro (2 € general/1 € reducida) muy interesante. Frente a la fachada del templo se sitúa el Museo Casa de las Bolas (2 € general/1 € reducida), donde disfrutar de una muestra de la colección pictórica permanente de Félix Cañada. Y concluye en el lado sur de la iglesia parroquial de Santa María la Mayor, de finales del gótico, en plena expansión del burgo medieval. Destaca su tímpano policromado entre multitud de filigranas e iconos religiosos. Para apoyar la espalda en una pared y quedarse extasiado un buen rato. Y después, claro, acabar en una mesa haciendo bueno el dicho de que Aranda de Duero es "tierra de vino y de cordero".

Más información: XII Jornadas Gastronómicas del Lechazo Asado.

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