Opinión

"La casa de bambú", de Fuller: infiltrado en las sombras

Samuel Fuller, uno de los más originales directores de cine nació hace 100 años.También acaban de cumplirse 15 años de su desaparición. En uno de sus títulos más importantes "La casa de bambú", se une la oscuridad del cine negro con el exotismo y el colorido del Japón de los años 50.
El paisaje nevado del primer fotograma –en luminoso cinemascope- evoca a un cuadro de Brueghel, el viejo; sin embargo, la imagen del monte Fuji al fondo, lugar sagrado para los japoneses, nos indica que estamos cerca de Tokio. Además, una locomotora se va introduciendo con mucha seguridad en el plano. Es el comienzo de La casa de bambú (1955); esta vez, su director, Samuel Fuller abandona el lejano oeste por el aún más lejano oriente. Fuller había debutado con un western sobre el mítico Jesse James titulado Balas vengadoras (1949); también se había acercado al cine bélico, con Casco de acero (1951) y al de espionaje con El diablo de las aguas turbias (1954), e incluso al policiaco con Manos peligrosas (1953). Por algo se considera a este autor norteamericano como el que mejor se ha movido en los diferentes géneros.

El tren que aparece al comienzo de La casa de bambú sufre el robo de un cargamento de armas pertenecientes al ejército estadounidense, y colateralmente, dos asesinatos; éste es el punto de partida del thriller. Tres semanas después, un extraño personaje, siguiendo la estela de los arquetipos detectivescos, llega a la capital nipona. Se trata del ex convicto Eddie Spanier, personaje interpretado por un más que contenido Robert Stack. Spanier se infiltra en una banda mafiosa formada por norteamericanos y dirigida por Sandy Dawson (Robert Ryan), un antiguo militar neurótico y ambiguo. A partir de aquí se inicia una historia de suspense caracterizada por la traición y la rivalidad; un rasgo, éste último, muy "fulleriano". 


Fotograma con el Monte Fuji de fondo. A la dcha., bajo la "casa de bambú", Robert Ryan y Robert Stack

La casa de bambú es la primera película rodada en Japón después de la II guerra mundial. Nos encontramos con cine negro y pinceladas de exotismo. Fuller filma espectaculares picados, contrapicados,"travellings" y amplias perspectivas de las calles de Tokio. Escenarios reales iluminados por el espectacular trabajo de fotografía en Tecnicolor de Joseph MacDonald (responsable también de la fotografía del film El Yang-Tse en llamas). Las localizaciones –los bulliciosos comercios y aceras de Tokio- resaltan por sus alegres colores; también se retrata su parque de atracciones, los alrededores del templo de Asakusa, y la sede de una compañía de Teatro Kabuki. La película contó incluso con la colaboración del departamento de policía metropolitana.

    
Fotogramas de derecha e izquierda: Eddie visita a una compañía de teatro Kabuki
  

Placer y dolor en dos fotogramas. En una tina de agua se pueden comer unos huevos al plato (izquierda) y también se puede morir (derecha)

Al finalizar la II guerra mundial, la bajeza moral en muchos lugares no disminuyó. La muestra –al menos en la ficción- es la banda de delincuentes norteamericanos, liderados por Dawson (Robert Ryan), que bien podrían ser ex combatientes del bando aliado que se han quedado en Tokio y se dedican a extorsionar a la manera "antigua" de los "gángster" de los años 30, es decir, ofreciendo "protección" a los comerciantes japoneses. Algo parecido, respecto a esa bajeza moral post bélica, sucedía en la Viena de El tercer hombre (Carol Reed, 1949). Allí, un sujeto como Harry Lime (Orson Welles) trafica con penicilina adulterada en el mercado negro. Dos películas que comparten temática, además de algunos planos como el del amplio y oscuro túnel.  

  
Influencias: Izquierda, túnel en El tercer hombre. A la derecha, túnel perteneciente a La casa de bambú


Más influencias: A la izquierda, camino que lleva al cementerio en Viena, en El tercer hombre. A la derecha, camino que lleva al templo de Buda, en La casa de bambú.

Una de las secuencias más impresionantes de La casa de bambú es la que sucede en la parte superior de una atracción del parque de atracciones de Tokio. Allí, en lo alto, el gangster Dawson, como el monstruo de Frankestein entre las aspas del molino, es acorralado. La atracción de feria, por su parte, remite de nuevo a El tercer hombre y a la noria vienesa;  también a la torre de la iglesia de El extraño (1946), película dirigida y protagonizada por Orson Welles que da vida a un antiguo militar nazi refugiado en EE.UU. El reloj de la torre tendrá un protagonismo similar al del engranaje del molino en el que se refugia el también denominado como "nuevo Prometeo" por Mary Shelley.


Arriba, fotogramas correspondientes a La Casa de Bambú y El tercer hombre. Abajo, los correspondientes a El extrañoEl doctor Frankestein (1931, James Whale)

Después de La casa de bambú, Samuel Fuller realizó películas tan conocidas como: Yuma (1957), Forty Guns (1957), Invasión en Birmania (1962), Corredor sin retorno (1963) y Una luz en el hampa (1964). Su personal estilo ha influido en creadores posteriores como: Jean-Luc Godard, Martin Scorsese, Wim Wenders, Steven Spielberg, Leos Carax, Jim Jarmusch y Quentin Tarantino.