Opinión

Marilyn se fue una noche hace 50 años

50 años después, la muerte de Marilyn Monroe sigue rodeada de misterio, aunque una de las tesis que se barajan es la de que sus médicos pudieron incurrir en homicidio involuntario por suministrarle una elevada dosis de sustancias tóxicas, como hiciera Murray, el doctor de Michael Jackson.
La Monroe era un animal herido. Todos conocemos parte de su biografía: una infancia desgraciada, un padre desaparecido, una madre que padecía crisis nerviosas, temporadas en orfanatos, e incluso, abusos por parte de alguno de sus tutores. Su vida fue una búsqueda constante de afecto, protección y reconocimiento. Para obtenerlo, utilizó un arma que dominaba: su físico. Algo que, sin embargo, acabaría volviéndose en su contra cuando pretendía que el cine la tomase en serio y no le ofreciese más papeles de "rubia tonta". El personaje de Marilyn se comió a Norma Jean, una confusión de personalidades que ella justificó con declaraciones del tipo: "mi única forma de ser alguien es ser otra persona, por eso quise ser actriz" y "mientras eres deseada no piensas en si eres amada".

Posiblemente llegó a padecer TLP (Trastorno Límite de la Personalidad). Eso es al menos lo que sostiene el médico forense José Cabrera en su libro CSI: Marilyn (caso abierto) que ha publicado coincidiendo con el aniversario de la muerte de la actriz norteamericana. El Dr. Cabrera detalla la psicobiografía de Marilyn, describe el escenario del crimen aquella fatídica madrugada del 5 de agosto de 1962, y analiza el informe de la autopsia del cuerpo número 81828, un cadáver exquisito que yacía en el Instituto de Medicina Legal de Los Ángeles, y que correspondía a la rubia más famosa de todos los tiempos.



De manera científica el Dr. Cabrera no descarta ninguna opción, y expone todas las posibilidades que pudieron dar lugar al fatal desenlace, como la hipótesis de que hubiera sido un homicidio, o tal vez un suicidio, e incluso un accidente provocado por una inadecuada y excesiva combinación de medicamentos. También desvela que nada de lo que las ciencias forenses recomiendan se hizo bien en el caso de M.M. Pone como ejemplo las posibles alteraciones en el lugar de los hechos, algo que se constata en el informe del primer agente de policía que llegó al lugar de los hechos, un informe en el que no había constancia de frascos, botellas o recipientes desordenados; todo aparecía ordenado según el sargento Clemmons. Sin embargo, en cuanto fue relevado, comenzaron a salir fotos en las que aparecían envases de medicamentos –sobre todo en la mesilla- , así como papeles y otros objetos revueltos. 

Aún así –y esta es una posible conclusión a la que podríamos llegar-  los indicios anteriores sobre el caos en el dormitorio no implican asesinato, y pueden explicarse por la intervención del psiquiatra de M.M. el Dr. Greenson, que rompió una ventana del apartamento de la actriz para acceder a la habitación e incorporar los frascos de barbitúricos, y dar a entender –nos movemos en la especulación- que Marilyn tomó esto y no un enema con hidrato de cloral, cuya aplicación unida a los citados barbitúricos podían resultar letales.  Respecto al desorden de los objetos y papeles pudo contribuir su ayudante Eunice Murray, o algún agente del FBI (sería una de las numerosas visitas que pasó por el lugar de los hechos) que en su celo por encontrar el famoso "diario rojo" de la Monroe en el que se hablaba de los Kennedy, puso "patas arriba" la habitación. El propio Robert Kennedy parece ser que estuvo la tarde anterior, horas antes de la muerte de Marilyn. Una visita que pudo contribuir a aumentar la tensión de la actriz y su necesidad de descansar como fuera.   



Para reforzar la teoría del enema, el Dr. Cabrera plantea "si Marilyn había ingerido una gran cantidad de nembutales amarillos, debían aparecer restos de tinte de ese color en las paredes de la garganta, el esófago y el estómago. Sin embargo, ¿Por qué no se detectó ninguna coloración amarilla?". El doctor cree que porque no lo ingirió vía oral.

Cabrera contempla todas las opciones, no sólo la del asesinato, y recurre a Donald Spoto, uno de los biógrafos más importantes del siglo pasado. Éste hace una importante defensa de la muerte accidental de Marilyn, llegando a decir que "el doctor Greenson había estado trabajando con doctor Hyman Engelberg para deshabituar a Marilyn de su fármaco-droga principal, el nembutal, sustituyéndolo poco a poco por el hidrato de cloral, en especial para ayudarla a dormir". Algo pudo fallar en la coordinación entre los dos médicos. Spoto sugiere que Greenson no habría dado nunca a M.M. una fuerte dosis de hidrato de cloral (mediante enema) para pasar la noche del 4 de agosto si hubiera sabido que Marilyn había estado tomando cápsulas de nembutal a lo largo del día. El enema de sedantes combinado con barbitúricos fue un cóctel explosivo. No se puede descartar, por tanto, la muerte por accidente tóxico, fruto de la descoordinación entre los médicos y la desinformación de la actriz. Hoy en día –y con pruebas- al Dr. Greenson le podían haber acusado de homicidio involuntario, que fue el veredicto alcanzado por el jurado que juzgó al doctor  Murray, el médico de Michael Jackson.



El Dr. Murray administró al cantante, que padecía de insomnio, una dosis letal de sustancias; reconoció que le había inyectado propofol, un fuerte anestésico, además de lorazepam. Cuando se encontró inconsciente a su paciente, Murray, de igual manera que el médico de Marilyn, también intentó retirar evidencias. Con Diana de Gales, la Monroe comparte la fatalidad de haber muerto en extrañas circunstancias y  a la misma edad: 36 años. Las dos eran vulnerables, desdichadas en el plano sentimental, vivieron en el filo –con peligrosas amistades- y retaron al poder  (ambas estaban vigiladas por los servicios secretos de sus respectivos países). 

En el ya citado libro del Dr. Cabrera se hace hincapié en la inestabilidad y el miedo a la soledad de M.M. Su vida sentimental fue una sucesión de parejas fallidas. Joe Dimagio fue quien más la amó, pero los celos acabaron con la relación. De Arthur Miller esperaba demasiado. Marilyn decía que "intentar ser feliz era tan difícil como intentar ser una buena actriz".